Este titular, aunque parezca del siglo pasado, es de octubre de 2022.
Y es que por desgracia cada vez aumenta más el número de agresiones homófobas. Cada cierto tiempo los medios de comunicación nos muestran palizas, exclusiones de personas LGTBI de ciertas actividades o espacios y, mucho más grave aún, asesinatos como el de Samuel Luiz en A Coruña en 2021.
Algo estamos haciendo mal. Cada vez somos más intransigentes con las ideas, los valores, los gustos sexuales o los sentimientos de los demás. Y esto puede trasponerse a la vida diaria donde cada vez pensamos y creemos que lo nuestro es lo mejor y lo único, que no existen otras opciones; y donde enseguida nos ofendemos por opiniones distintas a las nuestras.
Pero de lo que realmente quería escribir es de un caso que conozco. Una niña en un pueblo pequeño. Desde muy pequeñita ella siempre se sintió niño, la veías en el campo y, aunque parezca gracioso, meaba de pie. No quería que la crecieran los pechos, odiaba los vestidos. Ella quería ser chico.
Nadie nunca, a pesar de ser un pueblo pequeño, la trató mal ni de forma diferente. Pero ella siempre ha estado retraída, le ha costado relacionarse con el resto de niños, no tanto cuando era pequeña, sino a medida que ha ido creciendo.
Es como si ella ha interiorizado que es distinta a los demás y se discriminara.
La niña fue creciendo y, quizá sus padres aunque siempre han tratado de ayudarla, igual no lo han hecho de la forma que ella necesitaba. Siempre han tratado de normalizar, de hacer como si no pasara nada, cuando en el fondo lo que esa niña estaba pidiendo era ser chico.
Con el paso de los años se fue aislando y ha pasado por etapas muy duras. Incluso con 15 años, bien por efecto de las pastillas o bien porque su mente se lo pedía, se tiró por un pequeño puente. Por suerte no la pasó nada físicamente más que magulladuras, pero psicológicamente estaba mal. Desde ese día siguió con más psiquiatras y más medicación.
Actualmente, después de unos años, ha conseguido un poco de estabilidad, tiene un trabajo, pero sigue sin relacionarse con mucha gente. Es una chica introvertida que siempre está con sus padres.
No soy quién para juzgar, ni conozco exactamente cómo han actuado esos padres. Pero visto desde fuera quizá, si desde el momento en que ella tuvo uso de razón y manifestó que quería ser chico le hubiesen ofrecido la posibilidad de ayudarla a serlo, no hubiese llegado al punto al que llegó y hoy sería quien realmente siempre quiso ser porque así se siente.
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